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Foto del escritorIM Vida Nueva

¿Ves bien?


¿El orgullo te ha cegado alguna vez?

El rey Uzías, nieto del rey Joás, hizo lo recto delante de Dios. De hecho, dice la Biblia que “persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó” (2 Crónicas 26:5). Uzías era extremadamente talentoso a la hora de planificar y edificar. De hecho, organizó los ejércitos de Judá, edificó torres de defensa, embalses para la agricultura, y hasta inventó junto a sus ingenieros máquinas de guerra para defender a su pueblo. 

Su fama se extendió por toda la región de alrededor. Sin embargo, todo su éxito se le subió a la cabeza, y dice la Biblia que “cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina” (2 Crónicas 26:16). Pensó que era tan poderoso que podía entrar en el templo y realizar ofrendas directamente, lo cual en aquellos tiempos estaba prohibido para cualquier persona que no fuese un sacerdote. Cuando en su orgullo insistió ante la oposición de los sacerdotes, dice que le apareció al instante lepra en la frente. En ese momento, ese rey tan poderoso fue automáticamente depuesto del trono, pasando su hijo a ser el rey en funciones, y vivió el resto de su vida leproso, en solitario, en una casa apartada. 

Querido(a) amigo(a), ¡no dejes que el orgullo te ciegue, especialmente cuando las cosas van bien! El orgullo es una lepra para nuestras vidas, que puede llevarnos a hacer locuras y a perder nuestro destino, como le pasó a Uzías. Es por eso que la Biblia dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).

Que en este día puedas llenarte de la sabiduría del Señor, y de ese deseo de estar siempre agarrado a Él. 

¡Eres precioso para Dios!

¡Eres un Milagro!

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